Este un blog sobre mis experiencias comunicacionales, reflexiones y producciones. Espero que se pierdan en él al menos un rato y se vuelvan un poco comúniconautas, es decir, viajeros de la comunicación.

domingo, 10 de mayo de 2009

Se declara al acusado: culpable

Era inaudito. Ya no había más instancias ni apelaciones posibles... ¿Y a ese juego de peritos presumidos, testigos falsos y abogados payasos se les llama Justicia? Era indignante... .pero, ¿qué hacer?....Nunca lo comprendieron, sólo lo oyeron pero sin escucharlo realmente... ¿Por qué habrían de creerlo inocente?

Únicamente le restaba resignarse, convencerse de que eso era lo que merecía, creerse esa infamia, esa mentira.Lo confinaron a una celda solitaria, con sus libros y algunos bártulos que estaban permitidos en aquella dependencia. Pronto le llegaría la hora, su hora, por lo que decidió preparase para que la ocasión no lo tomara desprevenido, pero fue en vano. La mañana del 3 de Abril de 1939, Hermenegildo Gutiérrez -El Mugre, para los enemigos- fijó su rostro en el maldito abogado pero sin poder oírlo, sin poder registrar las frases reveladoras que este le pronunciaba animosamente. Sus sentidos ya no percibían las luces lastimeras y la muchedumbre acongojada. De tal modo que no lo incomodó el festejo de sus compadres, ni el llanto de su madre por la emoción, ni la cara de vergüenza del juez; ni siquiera le extrañó que todos estuviesen allí, en su penumbra.


Todo aquello sucedió tan repentinamente que lo dejó sin respiro, sin un tímido suspiro, sin alivio. Un frío le recorrió el cuerpo entero, se detuvo en su pecho, y se adueñó de su alma, sólo de su alma. Entonces, tampoco atinó a hacer nada, ni a reír, ni a gritar, ni siquiera agradeció el testimonio redentor del maula Goitia. No abrazó a su desgraciada madre. No se vengó del juez corrupto. Allí se quedó rígido, paralizado e inmóvil; y el tiempo se detuvo sólo para él, para despedirlo.